Si eres cinéfilo, te sorprenderá la estética del norteamericano, su ácido y negro humor, los divertidos cameos, Crispin Glover, Iggi Pop, John Hurt, Robert Mitchum , la música de Young y ese desarrollo de una historia de encuentros y desencuentros en el formato demencial de western metafísico.
Ahora, si te raya la literatura, la película esta plagada de simbolismos, y referencias chillonas a la poética visionaria de William Blake autor de las bodas del cielo y el infierno y los cantares de inocencia y experiencia. Su trabajo ha influido en el arte en general, siendo decisivo para el modernismo, tanto en literatura como música, gatillante de ideas en Jim Morrison y los beats, previamente en los simbolistas franceses. La presencia del poeta en la película es evidente, partamos por un simple hecho, el nombre del protagonista (Johnny Depp), es el mismo del artista gráfico y lirista ingles del periodo romántico. Un nombre marcado por un sino trágico, dentro de un mundo violento, industrializado y caníbal, que más parece purgatorio. Las circunstancias que rodean la acción, resultan absurdas y cada personaje una mítica alegoría, el dueño del pueblo Mitchum) una especie de demiurgo, los jinetes apocalípticos, encabezados por Lance Henriksen y el inusual, compañero de Blake, el indio Nobody, que aporta el tema de la predestinación y el tópico constante de la percepción, la muerte, magia y violencia, sumatoria que hace que se refleje mucho de las dos líneas del autor, el tema del equilibrio homeostático que existe en la interioridad del hombre, que debe balancear su mundanidad contaminadora, tigre, con su espiritualidad límpida, cordero, ambos creados por el mismo contradictorio Dios.
Altamente recomendada, la película de Jarmusch (coffee and cigarretes y ghost dog) y una repasada a los libros del Ingles, Blake.
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