sábado, 24 de mayo de 2008

X QUÉ VER: GRITOS Y SUSURROS DE INGMAR BERGMAN.



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Es esta cinta de 1972 del genio Ingmar Bergman se vibra con la conducta implosiva y remilgada de los personajes, todo es latente, todo es oculto, se respira una atmósfera de opresión de mucho recato y compostura pero bajo toda la fachada hay una gran crisis de fe, de comunicación. Cada vida oculta su herida profunda.


En el caso de Maria, Liv Ullmann que protagonizó cerca de nueve filmes con el director, vemos una gran superficialidad, optimismo y finura que con coquetería a prueba del amargor de los años trata de imponerse. De cualquier forma, hay en ella una flor marchita y temerosa, alguien que ha lastimado a muchos por su vanidad y narcisismo lo cual la hace un hilillo de voz que no puede lidiar con la muerte, el rechazo y el tiempo sin clemencia, en el otro extremo, bajo un manejo irrestricto de la fibra sensible y pasión, esta Karin, una mujer que se ha vuelto una furia, por sus limitantes sexuales por su matrimonio encallado. Estas dos hermanas giran en torno a Agnes, la que parece ser el único lazo al interior de esta familia matriarcal, pero con un gran cisma producto de las diversas limitantes de su feminidad. No es casualidad que Agnes, sufra de un cáncer al útero y el hogar plagado de rojos (gran manejo de la fotografía- gano el Oscar) sea un espejo del alma y de la matriz, hay mucha nostalgia, deseo de retornar a pasajes memorables de la infancia, también dañados por el paso de la vida y sus obligaciones sociales, compromisos y apariencias.

Lo onírico se hace presente cuando vemos a las hermanas jugar como niñas pero luego en pesadillas revelar que ninguna quiere cargar con el espíritu de la moribunda, excepto claro, Ana, la sirvienta, la mujer con menor opacidad en el grupo. Ella asume un rol maternal, producto de la muerte de su hija, este lo proyecta y realiza en la enferma pese a la reticencia y desprecio de la familia que la trata como una advenediza pese a sus esfuerzos, el diario de vida que Agnes lleva, es un gran símbolo al respecto.

Hay detrás, como en toda película o literatura de recámara o alcoba, una crítica a un sistema de vida pero no de forma explicita sino bastante artística tal como el director lo hizo en otros filmes, el séptimo sello, Fresas salvajes. Además el retrato de diversas facetas de la mujer es increíble. Como espectador, uno además, asume una actitud voyerista y puede espiar en los rincones no sólo de esa casa, que es otro personaje más, sino en las almas de estas féminas. Es un filme que gana mucho con la experiencia teatral del director, buen manejo de los silencios, las miradas, lo que no se dice, recuerda en temática, a la casa de Bernarda Alba de Lorca, mujeres al borde de una crisis nerviosa, confinadas, muy duras y golpeadas por la vida, la edad y su propio miedo a la libertad.
Altamente recomendada.


x VioletaFREAK



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